Imagen: Corbis, "Orfeo en el inframundo" por Jan Brueghel el Viejo
Hijo del rey tracio Eagro y de la musa Caliope, diosa que inspiraba a los poetas. Además de ser un gran poeta, Orfeo era un músico extraordinario al punto que Apolo, dios de la música, le regaló su lira.
Con su música y su poesía era no sólo capaz de tranquilizar a las bestias y hacer que los árboles le siguieran, sino que incluso las piedras se conmovían al escucharlo.
Por ello, Jasón pidió su ayuda para ir con los demás argonautas en busca del vellocino de oro. Al regresar de su aventura se casó con la ninfa Eurídice, en ese momento comenzó su desgracia. Pues mientras Orfeo componía sus poemas, Eurídice paseaba por el bosque, pero Aristeo (un pastor rival de Orfeo que era hijo de Apolo y la cazadora Cirene), la deseo e intentó poseerla. Al tratar de escapar, Eurídice fue mordida por una serpiente y murió.
Orfeo desconsolado al no poder convencer a los dioses que le devolvieran a su esposa, fue a buscarla al Hades (el inframundo griego), donde su talento logró conmover al Cerbero, a Caronte e incluso a los mismos Hades y Perséfone.
Eurídice podía volver con Orfeo al mundo de los vivos si él no volteaba a verla durante el camino de regreso del inframundo a la tierra, hasta que estuviera de nuevo bajo la luz del sol… pero justo en el último minuto, Orfeo quiso ver el rostro de su amada y la perdió para siempre.
Desconsolado tuvo que regresar sin Eurídice, por lo que negó su amor a cualquier otra mujer, lo que ofendió a la diosa Afrodita. Unas bacantes (adoradoras del dios del vino) descuartizaron a Orfeo cuando se negó a satisfacerlas y su cabeza vagó de un río al mar, fue enterrada en Lemnos y Zeus colocó la lira de Orfeo en el cielo.
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